jueves, diciembre 25

varios escritos

Autor: Javier Aguilar.
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Esperando.

Acostado en mi cama espero al tiempo y al viento…

Doncella, persona inhumana, tu nombre recuerdo y me acuerdo de tus pisadas.

Perdido y turbado encuentro tú sonrisa mientras mi cuerpo se disipa.

Siniestro encuentro que prevalece, maldita caricia descrita en tu figura.

Ojos dominantes con forma de agua, melena cruzada con horma pasada.

Espero más que a tu corazón a tu alma llena de dolor para volver a tu principio.


En tal caso
En esa noche cruzaron sus ojos y se detuvieron, se miraron, se observaron y analizaron sus pasos. Sin querer encontraron una puerta que abrieron, al abrir cayeron a un abismo profundo y sin fin. En el abismo se conocieron y jugaron, rieron, lloraron. Ahora solo esperan que un ángel los salve o llegar al fondo del abismo solo para volver a cruzarse.

A Carlos.

Inconcluso
Aquella vez que te vi sola, pensé en ser tu amigo pero cerraste las puertas de tu corazón y me arrojaste a un acantilado.

Tu que con ojos de ángel y boca de diosa muestras bondad, o gran falsedad porque vi como eres en realidad, me arrepiento de ello porque te ame.

Aun así comparto contigo la soledad y la agonía, no quiero volver a verte; solo quiero correr lejos de todo para nunca volver; no me importa nadie; solo quiero huir de esta tristeza; quiero vivir, soñar y amar.

No se por qué me niegas esto, solo quiero irme y no volver, estoy solo pero no me voy por eso, me voy porque no te conozco y no concluyo mis pensamiento. Si no querías compartir conmigo con un “adiós” bastaría y yo me apartaría.

Mentira

Quien eres para mentirme.
Me sentí lastimado, furioso, pero aun así te escuche,

No sé porque creo en ti,

Solo sé que mi orgullo aun no gana mi corazón.

¿Por qué me mientes si te he dado mi cariño?

Yo que confiaba en tus palabras, ahora te aborrezco.

No porque me mentiste sino porque me hiciste soñar

En una felicidad que ahora se aleja.

Yo que iba montado en una nube.
Te tengo que ver otra vez

Para que entres en mi corazón

Porque es lo que deseo.

Mirando


Sentado en la ventana miro la neblina que cae sobre esta maldita ciudad, me acuerdo de ti y veo el reloj, es la misma hora en la que te vi morir, tu sonrisa se desvanecía mientras lentamente tus parpados se cerraban, que doloroso es recordarte.
Veíamos la ciudad y reíamos, eran los únicos momentos de felicidad que habíamos tenido, yo rezaba por qué algo te detuviera en este mundo, ingenuo corazón, ya sabía la verdad y te despreciaba por desarmarme de esa manera.
Tomaste una decisión funesta, yo deseaba seguirte pero me lo prohibiste. Liberaste tu corazón y el mió, aun así despreció tu regalo. Yo sabia que nunca nos entregaríamos físicamente, no me importaba, lo que me llenaba era saber que tu alma estaba unida a la mía.

Me siento mal, te lleve a ese sendero, fue mi culpa al decirte que te amaba, en verdad deseaba tener una relación contigo. Tu sonrisa siempre me impacto, era como ver un amanecer en pleno verano, tu desviaste mi mirada y lloraste con una fuerza estremecedora, me alejaste de ti por unos momentos y me prohibiste que continuara. Mi corazón latía y el deseo de tenerte era aun mayor.
Me golpeaste tontamente y huiste, te seguí hasta la esquina del edificio y te cerré el paso, pregunte que te pasaba y contestaste serenamente que no podías tener novio por culpa de tu enfermedad pero que sentías lo mismo por mi. Sabía que poseías una enfermedad incurable y que en algún momento te irías de mi lado.

Aun así logre darte un beso, te sonrojaste y sentí como desfallecías, no lo sabes pero yo sentía lo mismo, caí en un éxtasis que no me permitía discernir sobre el bien y el mal. Cuando recobramos nuestros sentidos me empujaste, yo me quede inmóvil mientras veía como te alejabas.
Pasaron tres días y no volviste a la universidad, ya estaba comenzando a preocuparme, llame a tu casa y una voz muy suave me contesto, pregunte por ti y me dio a entender que no deseabas hablar con nadie, pero que podía ir e intentar hablar con ella personalmente, se lo agradecí enormemente, escuche tu dirección y la escribí como si me estuvieran dando la ubicación de un majestuoso tesoro.

Esa tarde fui a tu casa, en realidad pensé que seria un lugar humilde, me equivoque, tu casa tenía un hermoso jardín custodiado por una pequeña estatua ubicada en la parte superior de una fuente, llegue a la puerta y toque, nada paso, volví a tocar, se escucho una voz que me tranquilizo.
Tu madre me abrió la puerta y me presente, ella hizo un ademán y me comento que ya sabia lo que había ocurrido, me hizo pasar a una sala decorada con pinturas del renacimiento, en el centro había una mesa con un florero y encima de este colgaba una lámpara antigua que iluminaba el gran salón. Me invito a tomar asiento en uno de los sofás de cedro grabados con imágenes de ángeles.

Mientras me sentaba sentía correr un viento gélido, mis miradas pasaron todos los rincones, había demasiadas flores y muchos artefactos caducos, al fin pude expresarme y preguntarte. Ella me vio con ternura y me pidió que esperara mientras subía a preguntarte si querías verme, me quede solo en la sala mientras me hacia mil preguntas.

Solo una palabra me remonto a la vida cuando tuve permiso de subir a tu habitación, sabias quien era yo y tenías intenciones de hablar conmigo. Tu madre me llevo hasta tu habitación, golpeo y entro, después me permitió la entrada. Me quede parado como un gran poste, no sabia que decir ni que hacer, después de un segundo tartamudee un saludo. Me saludaste y me mostraste una mecedora, entendí y obedecí.

Tu madre salió y nos quedamos solos, pero te sentía muy lejos. Hablamos de todo lo que nos aconteció y el porque no habías vuelto a la universidad. Me sonreíste y yo me tranquilice, siempre había sido así. Después de unos pequeños momento me pediste que olvidara lo que sentía por ti ya que solo podíamos ser amigos.

Tus palabras fueron muy fuertes, yo reproche, tu mirada se opaco y comenzaste a llorar, entendía lo que sucedía así que me acerque a tu cama, no me había percatado lo hermosa que estabas, llevabas puesto una bata que dejaba traslucir tus senos, tu pelo, aunque desorganizado, era de un color negro profundo. Te bese en la frente, tu agarraste mi mano y me diste un beso, quede pasmado.

Al fin sentía que me correspondías y que deseabas tener algo serio conmigo, me alegre demasiado. Tu madre subió y me miro sentado en tu cama, la vi alejarse mientras lloraba con avidez, no entendía que pasaba, había algo que no estaba en su lugar. Te pregunte y tu me miraste con unos ojos muy expresivos, me abrasaste.

Era el ultimo día de tu hermosa existencia, me lo estabas regalando a mi, quede de una sola pieza y comencé a llorar, no tenía motivo alguno para continuar con vida. Al fin encontraba el amor y este me escabullía, sentí rabia, un deseo inexplicable de acerté mía, de pedirte que no te marcharas. Todo era en vano, comencé a rezar.

Tu cuarto estaba iluminado con una luz muy tenue, lo vi y me pareció un lugar hermoso, tenías una estantería llena de muñeco, una mesa con un pequeño florero al frente de una inmensa ventana que daba hacia la calle. El piso estaba forrado con una tapete, lo cual le daba un calor agradable. Te mire, entre a tu vida y descubrí todo lo que habías sufrido, me acerque y te bese con fuerza.

Era demasiado tarde y me pediste que te llevara a la ventana. Corrí de alguna manera la mesa y puse la mecedora y nos sentamos ha hablar, olvidamos que ese era tú ultimo día en este mundo. Me pediste que jamás me diera por vencido; que no me entregara a la muerte; que viviera feliz.

Después de decir eso miramos a través de la ventana, suspiraste hondamente y caíste en un profundo sueño, tu cuerpo descansaba con el mió pero el tuyo estaba totalmente frío.

Susurro.
Viento antropófago, devastador,

Así eres tú, lugar y ubicación,

Sueño perdido entre tinieblas

Cuento forzado, oración perdida.
Palabras alzan el vuelo

Como golondrinas ermitañas

Mientras que campesinos

Lloran ríos llenos de dolor.
¿Qué dolor existe dentro de ti?

Ninguno, eres un bosque lejano

Donde solo llega la claridad

De una hermosa luna llena.
Vete lejos, llega a donde

Solo mi corazón quiere,

Dile al oído lo que tanto anhelo.

Camas del desierto.
En un desierto estabas tú

Acostada en una cama de arena

Sola y con tu gran virtud

Me hiciste llegar a ti.
Pero cual sorpresa sería

Que cuando te quería tocar

Tú te desvanecías.
Ya estaba cansado de perseguirte

Y el sol hacia su efecto,

Me estaba muriendo.
Aun así tú seguías ahí

En una cama de arena

Con la cual volabas.
Te atrape,

Pero ya era tarde

Cuando me acosté a tu lado

Yo ya estaba muerto.
Al atardecer.
Eran las cinco cuando llamaste

Ya casi se ocultaba el sol

Y mi corazón latía sin razón.
Ahora van a ser las seis

Y solo pienso en ti

¿Por qué? No lo sé

Solo sé que te ame.
Veo el cielo despejado

Y en el firmamento

Un rayo de luz.
Ya esta oscureciendo

Al igual que tu vida

Pero aun así

Veo tu alegría.

Al atardecer

Tuve una llama

Que me alegro

Pero me entristeció.
Al atardecer escuche tu voz

Y vi cuanto te extraño

Mientras se oculta el sol.

Amistad.


Solo te vi esta mañana

Y te quería hablar,

Pasó una semana

Y ya no te pude soñar.

Cuanto quise poder soñarte

Y poder ayudarte,

Aunque no quise amarte

Solo quise pensarte.

Ahora solo puedo verte.

Cuanto quisiera hablarte

Para no matarme.

Anochecer.

La noche va llegando

Con la oscura soledad

¡Oh! Negro cielo

¡Oh! Blanca luna.
Grandioso sol

Quema el cielo

Y las estrellas

Danos oscuridad

Para ver la luna.
Siempre blanca

Muestras el camino

Al pobre viajero

No me dejes solo

Que al no verte

Muero por dentro.
No llegues sol

Que quiero ver

El cielo parpadeante

No llegues soledad

Que quiero ver

El atardecer.
Luna no vengas

A matar al sol

No ves que quiero

Ver el atardecer

Por última vez.


Enemigo.
Palabra fría y sin consuelo

Que busca a un amigo

El cual lo ha ofendido.
¿Quién es el enemigo?

Era un buen amigo

El cual vivía conmigo.
Pero, ¿Ahora siendo rivales

Piensas cuando jugamos?

Ahora somos inmateriales

Y ya no estamos atados.
Yo te conozco bien

Porque eres un enemigo

Que antes era mi amigo.
Enemigo, como quisiera

Que fuéramos amigos.


¿A quién amas?
Amas al que te da regalos

O al que te hace reír,

Al que sufre por ti

O al que se entrega a ti.
Tú que no has amado

No veras quien te ha amado

Y cuando veas quien te ha amado

El ya te abra olvidado.
Tú piensas en lo externo,

Por ello iras al infierno

Sin ese hombre tierno.
¿A quién amas?

Te pregunta una voz

Que siempre te desarma

Y a quien respondes;

“a ti, mi ama.”


Verdad
Quisiera decirte la verdad,

Que mi corazón arde por ti,

Que mi vida no es nada sin ti.

Pero prefiero callar y mentir

Porque se que es lo mejor para ti,

Estoy mal y aun así prefiero seguir así.

Regresa por ese camino, lejos de mí,

No vuelvas a pensar en mí,

Yo no quiero reír si sigues aquí.

Adiós hermosa e inimaginable

Adiós a ti que eres parte de mi

Adiós a mi porque yo ya no estoy aquí.


Tempestad.
Agrio dolor que llena mis venas

De odio profundo contra ti,

Quiero pedirle paz a Atenas

Y que se acabe esto aquí.
Frío mundo que mata a la madrugada

La esfinge de mi mujer

Menos mal que el sol resucita

Al mismo tiempo que no la deja ver.

Angustioso anochecer

Que manda al mundo callar

Mientras hay un nuevo amanecer.
Cae terciopelo de cielo

Bañando al mundo con aire calmado

Con almas de un paraíso alejado

Construido de solidó hielo.
Agrio anochecer en este frío,

Llena al mundo de paz sin temer

Que al final a de saber

Que por un momento

Paso la verdad sin estremecer.


Amanecer.
La luna después de trabajar

Se oculta levemente

Viendo al sol penetrar.
El sol ya con fuerza

Muestra su inmensidad

Dando luz a la tierra.
Ya ha nacido otro amanecer

Gracias al gran ser,
Ahora solo falta tener
Un hermoso anochecer.