jueves, diciembre 25

Duele mi nación mundial

Autor: (pendiente actualización).

Hoy me voy, hoy me marcho, no llevo documentos, no tengo las llaves de puertas venideras y muy seguramente golpearan mi rostro, lo hará el viento, lo harán las aves, lo harán los hombres pero igual pocos quedaran viajeros.

Te digo que cruzare el gran muro, me convertiré en un ave y te veré desde el cielo, observare tu belleza y la ineptitud de tu quieta figura sirviéndole como guardia a una nación de papel; los errores siempre terminan por pagarse, un día pagare los míos como el escribir sin razón, el extrañar la inspiración, el no poseer una musa.

Mi hermano desconocido querrá matarme y yo querré herirlo pues sé que si no lo hago no tendré oportunidad de abrir sus ojos y así poder mostrarle la gran mentira que saborea y palpa día tras día.
Y de repente sentí como si nunca hubiera amado, el día se hacia claro, mi intensión era dar la oportunidad, hemos perdido el pasado, hemos errado en el inexistente futuro, iré al norte a que me maten, iré a suicidar mi sentido de hombre, iré a matar a ese guerrero que todo lo extraña, ese que ya se marcho, ese que no volverá, ese que se jacta de recuerdos bajando el río y pasando un humedal; las piedras del camino son la clave, la muerte no termina con todo, entonces moriré y te dejaré mi recuerdo te regalaré mi pasado y destruiré mi sentimiento, tú, tan solo me extrañaras y mi sustancia será intangible.

Un coyote me aniquilará como ya lo hicieron con mi inefable momento y entonces me convertiré en un animal de tierra, así cruzare debajo de tus pies, cruzare debajo de la muralla verde, borrare todo el amor de ayer y no hallarás el rastro de mi llanto, de esa manera tus perros no podrán olfatear la ineptitud de mis huesos y el extracto de suciedad de mi cansado cuerpo.

El niño de la casa se ha marchado y hoy camina hacia la guerra, aquella en la cual un día morirá a causa del fusil que en su espalda cargo.

El bebe morirá como muero yo todos los días, él siempre me mandará cartas entonces yo solo esperare y finalmente diré:

"Voy a leer sus viejas cartas"

Y solo esperare hasta que estas no lleguen más, hasta que la ilusión y el rastro de su existencia sean nulos, así lloraré sentado en una colina con mis piernas llenas de cartas manchadas de rojo sangre y azul lagrimas.

La sal empacara sus maletas y se irá de la tierra y entonces todo será amargo y mi escrito se arrugara y nuestro corazón sufrirá y ya no veré más sus ojos color sus ojos.

Los rizos de mi bebe serán tangibles por algunos minutos y prometo que nunca dejare de amarlos, nunca dejare de anhelar sus ojos, igual volverá a pasar la brisa de la muerte y yo regresare del olvido para recordar el milagro que es estar vivo y mientras el mundo se cae a pedazos yo estaré al lado del camino, y mientras llueva sobre mojado yo tendré cinco mil toallas, y nunca será demasiado tarde, y la guitarra gritara mis versos, y su canto será hermoso como el del cantor alpiste para las aves.

En el futuro una noche de traiciones me obligara a sentarme otra vez a extrañar la inspiración y a recordar este presente que en el futuro será pasado.

Para aquella guitarra no existirá el tiempo, pero para ti princesa ahora es demasiado tarde, tú que construiste el emporio de una mentalidad de fresa, tú que eres el arquitecto de mi mundo de fantasía, hoy debes buscar otro obrero para tu construcción, la muerte me ayudara a demoler tu ciudad de piedra y todo lo haré con mi espada de madera.

Ya no despertare pensando en ti, si es necesario no dormiré para no ver el amanecer con nuevos ojos... Ángel maldito…

¿Qué hay de mi bebe?, ¿del cabello que cae por su rostro?

En un contexto salido de tono, de un irrefutable argumento.

Preguntaré por el señor revolucionario y me iré lejos sin volver como aquel niño de la guerra.

Me voy sin olvidar que te seguí hasta el mar. Me voy y te regalo unas palabras que están tristes, me voy con alguien que si me ama, me voy con la muerte, me ha prometido el reencuentro con mi bebe, el beso con mis versos.

Me voy, tan solo así, sin permisos, sin visa para el otro mundo, sin cedula que me convierta en numero y a todos les doy la bienvenida a mi nación de hierro, a mi fuerte de acero, a sus columnas de titanio y al amor de sus pobladores. ¡La ciudad de Dios es la única superior!

En mi fuerte nunca podrán ahogarse, bienvenidos a mi oscura y amorosa ciudad, bienvenidos a mi calido encuentro, pero sepan que aunque no hay visa, existe una puerta que traspasar y un sacrificio debes cumplir.

Primero despierta y así me verás volar por la ciudad de la lujuria, donde yo me convierto en el ángel cazador en busca del amor de quienes no me conocen.

Sobre tus piernas pondré mi cabeza y ocultaré mi ilusión entre la niebla mientras mi cuerpo descansa en una cama negra y calida donde las rosas caen con lágrimas desde lo alto como tormenta de un asesino horror que trae a su hijo lleno de dolor.

Seré una flecha salvaje y recorreré los árboles de tu bosque, te encontraré entre las ramas y te dejaré dormir y recordaré a un bebe elefante tan grande como la inmensidad de las nubes, luego seré creativo diseñando a su madre y explicaré lo inexplicable, me convertiré en medicina para tus pulmones y superare tu literatura mientras una vez más la guitarra relata los coros de mis tragedias y luego el silencio te mostrará mi alegre muerte.

Aún así, estoy presente en el néctar de tu promesa, aún así me embriago de buenos momentos junto a sus rizos y sus ojos…

Me convertiré en ráfaga de grito herido para helar los sentidos de las armas y la más poderosa de todas morirá, el cerebro que marca tu existir morirá, y no merecerás el nombre de revolucionario y tu ideal se congelara entre mis dedos y aquella bala no encontrara destino, no causara dolor pues soy yo quien la recibiré y así su calor luchara contra el frió de mi existir y seremos dos cuerpos en el infinito proceder del destino sin tiempo, no existirán los relojes de mi razonamiento, las alarmas de la sangre de sus cuerpos no encontraran ambulancia, tan solo morirán aquellos que ya están muertos y yo estaré en el marco de la puerta de acero observando el firmamento y cronometrando la entrada de los muertos que ya están muertos…

Y con furia castigaré las piedras… la rabia de su muerte perderá mi amor, así ordenare que mueran las piedras y si no puedo asesinarlas les enseñare a nadar, serán salvavidas, no existirán las anclas y así mi bebe no morirá una vez más. Duele mi nación mundial.